
Mi primer encuentro con San Pascual.
Fue hace una decena de años, me llevó mi gran amigo Miguel y desde entonces no puedo, ni quiero dejar de visitar la cueva del santo. La primera impresión fue mágica, entré en un mundo que no sé describir, pero que es una mezcla de ingravidez, bien estar, paz, de perder la noción del tiempo y dialogar con el santo sin trabas, con un colegueo de conocernos de toda la vida.
He de hacer constar, que siempre estuve alejado de la iglesia, de las misas y que no he confesado ni comulgado desde que hice la primera comunión. Sin embargo, me encontraba a gusto, feliz y sobretodo en paz y calmado… A tal punto, que varias veces viaje sólo a visitar la cueva, con el único propósito de estarme horas en silencio meditando y perdiendo el sentido del tiempo… (continuará)